En octubre, el consejo municipal de Porto Alegre, Brasil, aprobó por unanimidad una ley que eximía a los residentes de la ciudad del gasto de reemplazar medidores de agua robados.
Sin embargo, la sorpresa llegó seis días después cuando el concejal Ramiro Rosário reveló que la ley no fue el producto de sesiones de lluvia de ideas y debates políticos, sino que fue redactada íntegramente por ChatGPT, un poderoso modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI.
Un uso controvertido, pero con “buenas intenciones”
Rosário, el patrocinador de la ley, confesó que recurrió a la inteligencia artificial para abordar las quejas de sus electores sobre los cargos cuando les robaban los medidores de agua propiedad de la ciudad.
Su objetivo era claro: aliviar la carga financiera de los contribuyentes. En junio, sentado frente a su computadora, Rosário le dio a ChatGPT un comando de 250 caracteres que, en cuestión de segundos, produjo una propuesta de ley completa con justificaciones y ocho subsecciones.
«Me quedé asombrado», admitió Rosário. Pero lo más extraordinario, según él, fue que ChatGPT sugirió dos ideas que ni siquiera se le habían ocurrido: establecer un plazo de 30 días para reemplazar medidores de agua robados y, en casos en los que no se cumpliera ese plazo, eximir a los propietarios del pago de sus facturas de agua.
La controversia estalló cuando Rosário reveló en las redes sociales que la primera ley brasileña creada exclusivamente por inteligencia artificial estaba en vigor en Porto Alegre. Algunos colegas estaban fascinados, mientras que otros criticaron la falta de transparencia.
Aprobada sin objeciones
El presidente del consejo, Hamilton Sossmeier, inicialmente consideró que el uso de la IA podría establecer un «precedente peligroso», pero después de una revisión más profunda, cambió de opinión, reconociendo que este podría ser un indicio de una tendencia futura.
La rama de redacción legislativa del consejo revisó la propuesta inicial de Rosário, pero hizo cambios mínimos y no objetó ninguna parte del contenido. La aprobación final de la ley, después de revisión por parte del comité judicial y constitucional del consejo, tuvo lugar el 18 de octubre y fue respaldada por el alcalde de Porto Alegre.
¿Más eficiencia en la toma de decisiones?
El debate sobre el uso de la inteligencia artificial en la redacción de leyes no es exclusivo de Brasil. En Massachusetts, el senador demócrata Barry Finegold utilizó ChatGPT para redactar un proyecto de ley destinado a regular modelos de inteligencia artificial, incluido ChatGPT.
Finegold destacó la importancia de la transparencia al utilizar herramientas de inteligencia artificial en la elaboración de leyes.
La experiencia de Porto Alegre destaca el equilibrio delicado entre aprovechar las capacidades de la inteligencia artificial para mejorar la eficiencia en la toma de decisiones y garantizar la transparencia en el proceso legislativo.
Rosário ve en la inteligencia artificial una herramienta que puede ser «aprovechada para el bien público, siempre que estemos informados sobre las mejores prácticas».
La revolución tecnológica en la redacción de leyes no es nueva, pero la participación directa de la inteligencia artificial plantea preguntas fundamentales sobre el futuro de la toma de decisiones gubernamentales.
A medida que la inteligencia artificial avanza, queda por verse cómo los legisladores y la sociedad en general responderán a esta nueva era de automatización en la elaboración de leyes. El caso de Porto Alegre podría ser el catalizador de un debate más amplio sobre el papel de la inteligencia artificial en la formación de políticas públicas.
La opinión de Rosário sobre su ley
Rosário, un entusiasta de la tecnología, buscaba introducir «el debate en torno al inicio de una gran revolución tecnológica» en el ámbito político y público. Las quejas persistentes de sus electores lo llevaron a utilizar ChatGPT como una herramienta para abordar un problema específico.
Rosário defendió su decisión de mantener en secreto el uso de la inteligencia artificial, afirmando que no quería que la ley fuera juzgada por prejuicios contra la IA en lugar de ser evaluada por sus méritos.
Argumentó que este experimento no solo resolvió un problema local, sino que también destacó cómo la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil para optimizar y mejorar los servicios públicos.